En el año 1922, se estrenaba una de las grandes obras del expresionismo alemán: 'Nosferatu, una sinfonía del horror'. Un film de terror elaborado por artistas pertenecientes a diferentes logias, que perseguían crear emociones en los espectadores mediante un cine estrictamente intelectual.
Y es que, tras la Primera Guerra Mundial, la industria cinematográfica alemana se dedicó a realizar películas que ejercieron una fuerte influencia sobre la sociedad mediante segundas lecturas; alejándose así, del cine espectáculo de Estados Unidos.
La enfermedad, valor esencial de Nosferatu
Inspirada en la obra 'Drácula' de Bram Stoker, Murnau y su equipo otorgaron grandes dosis de misticismo a su obra a través de contrastes lumínicos y su protagonista, el Conde Orlok (interpretado por el actor Max Schreck). Un personaje de aspecto monstruoso que propagaba la peste allá por donde pasaba y que, en su mayor parte, aparecía siempre acompañado de insalubres ratas.
El esoterismo de Grau
Albin Grau, productor de 'Nosferatu', también perteneció en aquellos años a la logia 'Fraternitas Saturni'. Una misteriosa sociedad que, sin duda alguna, daría lugar a muchos de los principios estéticos del cine expresionista alemán: oposición entre luces y sombras, uso de telas que creaban graduaciones de distintas tonalidades y creación de extrañas angulaciones en las imágenes. Toda una muestra, que nos enseña que para Grau, el vampiro no era un personaje físico, sino un cuerpo astral que podía ser creado por los hombres.
En este link pueden ver una versión de la película a esta edición le faltan 10 escenas, pero les puedes dar una idea de por que a sido catalogada como una de las mejores películas del genero.
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